Capítulo 209.
Catorce horas en el interior del jet le sirvieron para rendirse por completo. No a Mateo, sino a lo que despertaba en ella. Quería compensar haber roto el acuerdo que habían hecho, pero esas horas eran muy pocas para hacerlo, y él, no parecía con ganas de echarle en cara lo que pasó. Solo de disfrutarla a ella.
Quería olvidar lo que pasaba, pero no podía. Aunque no se rindió contra pensamientos poco agradables, solo los hizo a un lado, sacando un tema de conversación sobre lo que fuera con tal de escuchar la voz del hombre que acariciaba sus caderas, mientras ella deleitaba su paladar con un postre tibio de miel con pistachos, una rareza oriental que había pedido. El contraste entre el dulzor cálido y el crujido salado tenía algo de provocador, igual que su esposo.
Mateo, que la tenía sentada entre sus piernas, acariciando con el pulgar la piel donde la tela de lino se abría, no respondió de inmediato. Su mirada seguía en sus labios, como si lo que había dicho no fuese lo importante,