Capítulo 18.
Los agravios a la propiedad del edificio continuaron y en cierta medida, Harper comenzaba a sentir que estaba llegando a su límite. Nunca había conocido a alguien tan molesto como esa castaña de ojos rasgados que todos esos días estuvo en la calle.
La policía no era una opción por su situación, temía que Lorcan tuviera algunos oficiales de su lado. El único que podía apoyarla era Ramiro, el guardia que la acompañaba hasta su taxi y estaba muy atento a todos los taxis que se detenían en ese lugar para esperarla.
Hasta que decidió llamarle al dueño del apartamento esa noche esperando que hiciera algo.
—¿Por qué no pide que alguien le haga lo que tiene que atender, señorita? Se arriesga mucho con esas mujeres allí afuera —Rómulo siguió a Harper, adelantándose un poco.
—Porque no pienso encerrarme por temor a una mujer que cree que puede atemorizarme con gritos, Ramiro —contestó cerrando el abrigo para cubrir su blusa rosa con relieves del mismo color y mangas transparentes. —He vi