Sin duda, siento ganas de vomitar por la queja de Edward, aunque a Angelica se burla por lo cursi y celoso que es su esposo.
— Voy a vomitar.
— Yo también, así que, démosle espacio. — digo negándome a seguir en esta conversación cursi.
— Vamos a vomitar a casa. — dice Lucifer con la intención de llevarme fuera de aquí, pero, Angelica golpea su mano.
— Ni te atrevas, no puedes venir y dejarla sin mirar atrás para después venir a recogerla cuando quieras. ¡Ella no es un maldito paquete! — grita Angelica abrazándome.
‘Sigue intentando matarme por medio de un abrazo.’ Me digo mentalmente.
Ni siquiera debo esforzarme en alejarla de mí, porque el muy desalmado de Lucifer, la agarra del cuello como si fuera un perro de raza y la lanza hacia donde está su esposo.
— Cariño, ¿viste lo que me hizo?
— Lucifer, no le hagas eso a mi mujer. — dice Edward con molestia.
— Entonces, que no se pegue a mi mujer, ni moleste. Porque me la llevo hoy mismo. — dice Lucifer con molestia.
De