Punto de vista de Juan
Escribía furiosamente en mis cuadernos; el rasguño del bolígrafo sobre el papel era el único sonido en la habitación.
Nombres y pistas danzaban en las páginas, cada entrada un fragmento tentador de una verdad mayor. Subrayaba y rodeaba, buscando conexiones, pero las piezas del rompecabezas se negaban a encajar. Parecía más bien un rompecabezas desordenado, sin apenas explicación. Me daba dolor de cabeza. Había tomado las drogas, pero sentía que mi cerebro iba a explotar.
El nombre de Dameen seguía apareciendo; sus malvadas intenciones hacia Lino eran una preocupación constante y angustiosa. Resalté los pasajes relevantes; el brillo amarillo del marcador proyectaba una luz inquietante en la habitación que se oscurecía.
La venganza de Carmela también rondaba mi mente; su enemistad hacia mí era evidente. Incluso después de su muerte, seguía dejando una presencia asfixiante. Dibujé un signo de interrogación junto a su nombre.
Mientras las horas se escapaban, en este