Capítulo 41

Punto de vista de Dalma

Caminé por los pasillos de la casa del cártel mafioso, sabiendo que mi madrastra, Victoria, estaría sentada en su mesa de finanzas, sin hacer nada. El corazón me latía con fuerza en el pecho; odio, ira, miedo y una furia asesina me recorrían las venas en ese momento. Al llegar a su oficina, empujé la puerta sin llamar.

Victoria levantó la vista de sus papeles con una leve sonrisa. «Dalma, cariño, ¿a qué se debe esta visita repentina?».

No perdí tiempo en cortesías. «Marcus es un psicópata», dije con la voz temblorosa por la rabia apenas contenida. «Me drogó».

Su sonrisa no flaqueó, pero su mirada se endureció. «Esa es una acusación bastante grave, Dalma. ¿Estás segura de que no estás exagerando?».

«¿Exagerando?», pregunté, acercándome con los puños apretados. Desperté en su cama, desorientada y sin recordar cómo llegué allí. Me drogó, Victoria. ¿Cómo puedes defenderlo?

Victoria suspiró y dejó la pluma. —Cariño, a veces en este mundo las cosas no son lo que pare
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