Capítulo 122
La luz del sol era suave esa mañana mientras caminábamos por la calle, con Enzo empujando el cochecito de Amelia. Era uno de esos raros días en los que todo se sentía en paz, casi como si fuéramos una familia normal, libres de los problemas que solían rodearnos. Había decidido llevar a Amelia a pasear un rato, darle un poco de aire fresco y pasar un rato con Enzo antes de sumergirnos en el verdadero motivo de nuestra salida.
"Está disfrutando esto", dije, mirando a Amelia, que estaba completamente despierta, con sus manitas agarrando el aire mientras caminábamos.
Enzo rió suavemente, su mirada se suavizó al mirar a nuestra hija. "Se parece a ti; ya tiene tanta curiosidad por el mundo".
Sonreí, con el corazón henchido de cariño. Momentos como estos me recordaban por qué luchábamos. Me acerqué más a Enzo, rozando la suya con mi mano mientras caminábamos. "¿Listo para lo que sigue?"
Su expresión se endureció un poco, pero su voz permaneció tranquila. “Estoy tan preparada com