La oscuridad más allá del valle se espesaba, como si la propia noche aguardara en silencio. Las dos figuras que habían sido derrotadas parcialmente se reunieron con alguien más: un ser envuelto en un manto plateado, cuya presencia parecía absorber la luz a su alrededor. Sus ojos brillaban con un conocimiento antiguo y un poder que incluso Azrael jamás había mostrado.
—Han sido… eficaces —dijo el ser plateado con voz fría—. Pero no subestimen la historia que llevamos consigo. El linaje Vorlak no conoce toda la verdad del eclipse, y pronto lo descubrirá de la peor manera.
—¿Crees que podremos vencerlos? —preguntó la figura alta, todavía debilitada por el último ataque—. Han aprendido a usar la marca, y su sincronización es impresionante.
—No importa cuán fuertes sean —respondió el ser plateado—. Nuestra misión es reclamar lo que es nuestro por derecho. Ellos solo están retrasando lo inevitable.
Mientras tanto, en la fortaleza Vorlak, Ciel, Ian y Jordan se reunían con los nuevos portador