A la mañana siguiente, el campus parecía un lugar común y corriente. Sin embargo, para Ciel, Ian y Jordan, nada volvería a ser igual. Cada sombra, cada silencio, cada mirada parecía cargar un peso nuevo. Sabían que el cazador estaba ahí afuera, observándolos, esperando el momento para volver a aparecer.
—Necesitamos respuestas —dijo Ian, mientras caminaban hacia la biblioteca central, un edificio antiguo, lleno de pasillos y estanterías que olían a polvo y tiempo—. Todo esto… la marca, el eclipse, ese tipo… debe tener un origen. Y cuanto antes lo descubramos, mejor.
Ciel asintió, su mirada fija en los estantes altos.
—La marca es antigua —murmuró—. Puedo sentirlo. No solo es poder… es historia, memoria, algo que ha existido mucho antes que yo.
Jordan frunció el ceño, empujando las puertas pesadas de la biblioteca.
—Entonces tenemos que encontrar registros antiguos, manuscritos, cualquier cosa que mencione la profecía del eclipse o la marca. Y no solo aquí… tal vez tengamos que buscar