El aire entre Ian y yo ardía con un peso insoportable. Su cercanía, la forma en que él la mantenía atrapada entre la pared y su cuerpo, le recordaba que ella le pertenecía a él que no había escapatoria posible. Y, aun así. A mí me encantaba
La respiración de Ian golpeaba su rostro sus ojos, oscuros y encendidos, le decían más que cualquier palabra. Estaba celoso, furioso… pero debajo de esa tormenta había algo más un miedo profundo de perderla.
—No puedo soportar la idea de que lo mires como me miras a mí —susurró, con voz ronca.
Ciel tragó saliva, con el pecho agitado. Quería responder, pero su mente era un desastre. Quería decirle que no era lo mismo, que Jordan despertaba dudas, sí, pero que Ian tenía algo más fuerte,un lazo invisible que la arrastraba siempre hacia él, incluso cuando no quería.
Ian, en un arranque de desesperación, inclinó el rostro. Sus labios rozaron los de ella apenas un instante, como si dudara entre rendirse al deseo o respetar el límite que su propio corazó