Me fui del lugar en el camino a mi casa pensaba muchas cosas y en cómo podía liberarme, de esta situación al llegar a a la casa se escuchaba un silencio mi papá no estaba ni mamá, mi respiración entrecortada de el pulso acelerado mi mente llegó recuerdos de Ian. Su abrazo era tan cálido como sofocante, un refugio y a la vez una jaula. Afuera en ese momento alguien entró a la casa y lo vi era el
Ian mantenía los ojos cerrados, como si al apretarla contra su pecho pudiera sellar la herida de los celos que lo carcomía. Ciel, por su parte, no podía evitar sentir el peso de sus palabras. ¿Seré yo, o él? La pregunta la perseguía como un eco cruel, una cadena invisible que no la dejaba respirar.
Pero mientras en la casa reinaba esa calma tensa, en otro rincón Jordan se encontraba en un salón iluminado por velas, rodeado de mapas y libros antiguos. El fuego de la chimenea arrojaba sombras sobre su rostro, endureciendo sus facciones.
Un sirviente le informó con voz temblorosa
—Señor… los