Capitulo 92

El poder de Ciel todavía chisporroteaba en el aire, como brasas suspendidas que iluminaban las ruinas de la casa. Su pecho subía y bajaba con fuerza, y por un instante temió desmoronarse. Pero antes de que sus piernas cedieran, Ian corrió hacia ella.

La tomó entre sus brazos, con firmeza y ternura, como si no importara que el mundo ardiera alrededor.

—Te lo dije… —susurró él, con la voz entrecortada—. No eres su sombra. No eres de nadie.

Ciel lo miró, con lágrimas que ardían como fuego frío en sus mejillas.

—Ian… yo… no sé cuánto más puedo soportar. Siento que si lo libero… si dejo que salga… los perderé a todos.

Ian le sostuvo el rostro entre sus manos ensangrentadas, acercando su frente a la de ella. La luz dorada de su sangre se mezclaba con el resplandor plateado de Ciel, creando un brillo único, como un eclipse en miniatura.

—Entonces no lo hagas sola. —Sus palabras eran suaves, pero cada sílaba retumbó como una promesa—. No importa lo que pase, yo estaré contigo. En tu oscuridad
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