Parte 2. Capítulo 15. Liberaciones
Minutos después, Isabel y Javier entraron al estacionamiento privado del edificio donde él se residenciaba y aparcaron el auto cerca de los ascensores.
Subieron al piso en el que se hallaba el apartamento mientras hacían comentarios graciosos en referencia a la anécdota de Erika y el fantasma de Pedro Pérez. En medio de risas, ingresaron a la vivienda.
Al estar dentro, Isabel quedó maravillada con el lugar. Le encantó su amplitud, sencillez y elegancia.
En el centro de la sala se hallaba un gran sofá mullido de cinco puestos y frente a él, uno individual de respaldo ancho, ambos asentados sobre una alfombra color bordó.
Dos de las paredes estaban cubiertas con estantes de madera, llenos de libros y adornos; y de la tercera colgaba un enorme cuadro que mostraba la imagen de una playa pintada al óleo.
Al fondo, se encontraba el balcón, tapado con persianas.
Javier encendió el aire acondicionado y calibró la luz para crear una atmósfera íntima.
—¡Guaooo! Para ser el apartamento de un hom