Parte 5. Capítulo 32. La invocación
Luego de que todo estuvo preparado, Gregory sacó a Trini de los restos pestilentes del viejo hotel y la llevó hacia el lugar donde se hallaban aparcados los vehículos, escondiéndose entre ellos.
Habían asistido a ese lugar a prepararse para invocar los espíritus y cumplir con la misión que tenían impuesta.
—¿Qué ocurre? —preguntó ella cuando él se detuvo y repasó los alrededores con desconfianza.
—Solo necesitaba darte un beso —dijo, antes de encerrarle el rostro entre las manos y saborear sus labios.
Ella suspiró ante ese delicioso detalle, dejándose llevar por la efervescencia. Todo el tiempo en que estuvieron juntos, planeando aquel evento con Malena y los miembros de la sociedad, se miraban con anhelo, pudiendo solo entrelazar las manos en contadas ocasiones o darse rápidas caricias cuando pasaban uno frente al otro. Nunca lograron estar a solas y dar rienda suelta a las ganas que cada uno tenía en el otro. Ganas por tocarse y sentirse.
Gregory profundizó el beso, dejando que actu