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“La marca del lobo”
El cuerpo casi inmóvil de Sebastián sobre el suelo ni siquiera era capaz de poder ponerse en pie. La dolorosa erección dentro de sus pantalones lo estaban matando. Jamás había sentido esto por una mujer, y saber que la mujer que su luna le había escogido como mujer era una humana lo estaba matando.
Su espalda se pegó al piso de su cuarto, entretanto su mano se deslizaba por sus anchos muslos hasta llegar a su pecho. La energía que recorría cada centímetro de su piel era inexplicable. De un instante a otro, todo su sistema se puso en alerta; los pequeños vellos de sus brazos se erizaron al sentir la presencia de un lobo en su casa, mientras que en un abrir y cerrar de ojos un chico de mediana estatura, y ojos color grisáceo se posó delante de él.
—Mierda, Killian, te pude haber matado…
Contestó, mientras bajaba el puño rápidamente.
Su hermano menor se sacó una paleta de dulce de la boca, para luego sonreír.
—Sigues sin reconocer mi olor, eso me duele…
Caminó hacia