Capitulo 14.
Capítulo 14.
Todavía no me acostumbraba al silencio de estas paredes. Al principio me reconfortaba, como si pudiera esconderme dentro de él y fingir que el mundo se detenía. Pero ahora... ahora solo podía sentir preocupación.
La puerta se abrió sin previo aviso, y Erika entró con una bandeja entre las manos. Caminaba despacio, como si no supiera cómo saludarme, y por un segundo me pregunté si estaba soñando.
—Estás viva —murmuró, dejándola la bandeja sobre la mesa.
La miré en silencio. Tan solo habían pasado dos semanas desde que me había ido. Ella había sido una de las pocas sirvientas que no miraba con desprecio. A quien había salvado de un castigo cruel por parte de Calen, y quien más tarde, con manos temblorosas, me había ayudado a escapar.
—Hola —dije, y me obligué a esbozar una pequeña sonrisa.
No se acercó más. Solo se quedó de pie, con las manos juntas, como si aún no supiera si tenía permiso para quedarse.
—No pensé que volverías —confesó.
—Ni yo —respondí, bajando la