Catalina

La ansiedad, la emoción y la adrenalina se funden dentro de mí, mientras que sigo a Iván en el ascensor que nos llevará directo a su penthouse.

Directo a mi hijo.

Gracias a Dios la noticia de mi liberación no se ha hecho pública sino después de que me ha sacado de la cárcel, porque de no haber sido así todo se habría convertido en una escena de circo y mi encuentro co mi hijo se habría retrasado mucho más.

El pitido que indica que hemos llegado suena sobre nuestras cabezas y yo tomo una respiración profunda mientras veo como las puertas se abren y Ivan antes de girarse hacia mí y mirarme con el ceño fruncido.

—¿Catalina?—me dice y yo siento que tengo un nudo en la garganta.

—¿Qué voy a decirle?—susurro, sintiendo el terror y la vergüenza llenarme—¿Cómo le voy a explicar qué…

—No tienes que hacerlo—me corta el abogado—No ahora y te aseguro que lo único que él querrá es ver a su madre, no le va a importar más nada, Cata.

Tiene razón, tengo que calmarme. Asiento en su direcció