Punto de Vista de Luis
Era avanzada la tarde cuando Kaelen llegó; ruidoso y engreído, como de costumbre.
No me importaban particularmente sus visitas. Pero no podía echarlo, así que soportaba sus diatribas, sus dramatismos, sus quejas sobre la vida.
Y entonces lo dijo.
—Besé a Elara.
Me congelé.
Por un momento, me pregunté si lo había oído mal. Si los dioses me estaban gastando alguna broma. Si había cámaras escondidas en alguna parte y luego gritaría: —¡Es una broma!
—Sí. Y, eh... también la mordí un poco.
Todo mi mundo se desmoronó con eso. Sentí un dolor como nunca antes en ese órgano que bombea mi sangre.
—Y, eh... bebí su sangre.
¡¿Qué demonios impíos?!
Si hubiera podido moverme, lo habría destrozado en ese mismo instante. Habría condenado las consecuencias. No habría pensado en la tranquilidad, el placer y la dicha que me esperaban cuando lograra mi venganza.
No habría pensado en el diablo y sus advertencias. Simplemente habría asesinado a Kaelen a sangre fría, justo allí y ento