Punto de Vista de Kaelen
No cuando Elara todavía estaba acostada en esa cama, débil y vulnerable. Tenía que ser inteligente con esto.
Pero joder, quería destrozarlo.
Me quedé perfectamente quieto, presionado contra las vigas de madera del establo. Mi respiración se hizo lenta, pero mis dedos se crisparon, con ganas de hacer algo para borrar esa expresión de suficiencia del rostro de Diego.
Odio al hombre.
El anciano ajustó su capa.
—¿Qué te preocupa más? ¿Los cerdos, o el hecho de que el Alpha querrá respuestas?
Diego dejó escapar un largo suspiro, pellizcando el puente de su nariz.
—¿Qué crees? —murmuró—. Soy el Gamma, el líder militar de toda esta manada. Este tipo de cosas no se supone que sucedan bajo mi vigilancia, mucho menos en mi propia casa.
Me mordí la lengua tan fuerte que probé sangre. Su casa. Como si Elara fuera solo una inquilina que podía desalojar cuando se volvía inconveniente.
El anciano asintió, frotándose la barbilla áspera.
—Comprensible. No podemos dejar esto si