Capítulo 168.

Evelyn.

Mientras Aihnoa se ríe en compañía de su guardián y sus mascotas, yo me dejo besar por el padre, quien desliza las manos hasta mi trasero en un espacio donde nadie nos ve. Quisiera decir que siento culpa por tener este comportamiento en público, que tendría que actuar con recato, pero no se me da la gana cuando tengo a un sujeto que viste una camisa con los botones superiores abiertos, los músculos de sus brazos a la vista y el cabello no tan ordenado como siempre.

Se ve más atractivo, o quizás sea mi lado ansioso por sus caricias el que se deja seducir por un especímen que me mira con hambre. Llama la atención de algunas mujeres que pierden los ojos en su presencia distinguible, sin embargo, esa mirada amielada la tengo en mí. Cosa que solo eleva más mi propio ego.

Aihnoa nos entrega una mascota a cada uno, y aunque a mí me agraden los animales, con su padre es diferente. Cargar con el conejo chillón de su hija no es algo que disfrute, por lo que termino burlándome de él.

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