Capítulo 159.
Logan.
—Este es un buen momento para que cites a algún filósofo de los que leíste—, nos separamos y es lo primero que dice.
—Ya vas a empezar —respondo, y verla reír con esa gracia que desarma hasta a los monstruos me enciende más que el fuego que ya corre por mis venas.
Echa la cabeza hacia atrás, y el movimiento me concede territorio en su cuello, con la piel tibia que tiembla apenas la rozo con los labios. Ella ríe, yo saboreo la piel suave y llena de su fragancia.
La cadena brilla sobre su pecho, y la lengua me traiciona, marcando el camino de esa luz hasta perderme en su olor.
El blanco la vuelve celestial, un espejismo que debería mantenerme lejos porque detesto los disfraces, solo que en ella no lo es.
El blanco es su firma. El blanco es su cárcel. El blanco es mi faro.
Pero el rojo que viste ahora... el rojo la convierte en mi condena, en aquello que me niego a creer que otros vean en ella. Porque no hay pureza en cómo la deseo, solo el rastro de un incendio que pide cons