La esposa estúpida

Capítulo 5

Me desperté con el mismo maldito vacío en el pecho que en los últimos días. Ese que aparece cuando sabes que la persona a la que amas… no te ama y prefiere destruirte. Thiago aún no regresaba a casa y la cama estaba fría del lado suyo como siempre.

Sofía no le preguntaba dónde dormía, no tenía que saber lo que era obvio. No preguntaba con quién porque ya sabía y el que él lo dijera al preguntarle sería aún más doloroso. Sin embargo, esa mañana el universo no me dio elección de decir si quería o no volver a sufrir. Así que todo comenzó con un mensaje.

— ¿Estás bien? No veas las noticias, por favor.

Cuando leí aquel mensaje de mi mejor amiga lamente que hubiese llegado demasiado tarde, ya las había visto. Mi celular ya había comenzado a llenarse de notificaciones, risas y etiquetas que no pedí con comentarios venenosos que ardían como ácido en mi piel.

“La esposa estúpida”, decía uno.

Otro más directo:

“Sofía Sánchez, la cornuda oficial del año.”

Al leer y ver cada uno de esos comentarios me temblaban los dedos, sin embargo, todo fue peor cuando abrí el enlace que todos compartían y ahí estaba.

“EL MULTIMILLONARIO THIAGO NAVARRO Y SU MISTERIOSA AMANTE: LA PASIÓN NO ESPERA NI EL MATRIMONIO PERFECTO EXISTE.”

Fotos y más fotos por todas partes. Thiago saliendo de un restaurante con Isabela colgada de su brazo llevando una gran sonrisa. En otra, él le sostenía la cara como si fuera un tesoro y en la peor de todas, ella lo besaba en el cuello mientras él la sostenía por la cintura.

En ese momento mi respiración se volvió errática. Me quité el teléfono de las manos antes de lanzarlo contra la pared por la rabia, pero no lloré. No todavía porque la humillación era más grande que el dolor porque sabía exactamente quién era ella,

Isabela. La ex, la mujer que todos sabían que había sido su gran amor. Una mujer que ahora paseaba con él por la ciudad como si yo no existiera.

La misma que yo había visto entrar a mi casa con tacos de aguja y perfume de puta cara. Esa que él… había dejado pasar a su vida de esa manera tan baja y cruel.

...

Estaba en la cocina cuando él volvió después de todo. Llevaba una ropa que sabrá Dios de dónde había sacado y a simple vista se le veían los besos aún marcados en su cuello. Aparentemente, no tenía ni idea de la tormenta que se había desatado, ya que cuando me vio despierta a las 11:00 de la noche frunció el ceño.

—¿Qué haces despierta tan tarde?

— No puedo dormir— respondí con voz seca, sin mirarlo — Estaba ocupada… leyendo el periódico y cientos de mensajes.

En el momento en el que dije eso vi como se tensaba su mandíbula y de inmediato supe que no estaba tan ajeno a la situación como yo pensaba. 

— Sofía… yo

— ¿Es cierto? — pregunté, clavando la mirada en sus ojos por primera vez desde que llegó — ¿Es cierto lo que dicen en todos lados? ¿Tuviste el valor de hacerme esto precisamente a mí?

Silencio. Eso fue suficiente. A Thiago no me importaba el daño que sus actos pudieran causarle a ella. Él solo quería su herencia y eso no iba a cambiar.

— ¡¿No vas a negarlo siquiera?! — grité, con la voz hecha trizas porque mi corazón ya no existía — ¿Ni siquiera tienes la decencia de mentirme? ¡Di algo con un demonio!

Él respiró hondo, como si tuviera que soportarme y eso hizo que todo se pusiera peor en ese preciso momento.

— Tú sabías lo que era esto, Sofía — dijo en voz baja — Nunca te prometí fidelidad he Isabela es la mejor que quiero.

— ¿Entonces por qué carajo me mirabas como si yo importara? — dije y sentí que la rabia me reventaba los pulmones — ¿Por qué me tocaste? ¿Por qué fingiste besarme como si me desearas? ¿Por qué demonios jugaste conmigo si me dejas en ridículo con tu amante?

Thiago bajó la mirada por un segundo y por primera vez… parecía avergonzado.

— Lamento que eso haya pasado — dijo sin más.

— ¡No! — repliqué, con el corazón sangrando en la garganta — Tú no estás hecho para amar a nadie más que a ti mismo y eres un maldito egoísta. A mala hora me enamoré de ti y permití que me humillaras solo buscando que algún día me quisieras.

Lo dije, por fin lo había hecho y dolió, pero también me liberó un poco.

— ¿Ella te hace feliz? — pregunté, con un hilo de voz— ¿Isabela… te hace feliz? ¿Estás totalmente enamorado de ella? Responde y ahora mismo todo esto se acaba aquí.

— Lo que siento por Isabela es diferente y nunca lo entendería, pero si la quiero.

...

A la mañana siguiente no salí de casa, pero tampoco me escondí. Cuando mi madre llamó llorando por “la vergüenza”, que estaba pasando por lo sucedido colgué. Hasta cuando Camila me pidió que me fuera con ella a la playa unos días, le dije que no, ya que tenía que enfrentar esto. Quería haberlo porque si no lo hacía me iba a romperme para siempre he Isabela iba a ganar.

En la noche, mientras estaba sola, abrí una botella de vino y me senté frente al espejo de la que se supone es nuestra habitación. Ahí me vi. Con el rostro hinchado, el alma rota, pero con los ojos… aún vivos. No iba a dejar que me destruyera, ya no más.

No iba a seguir siendo “la esposa tonta que se enamoró de su propio enemigo”. Ahora iba a hacer algo más que sobrevivir, aunque todo la miraran con lástima o burla.

La mañana siguiente, me puse el vestido rojo que me había regalado mi mejor amiga y que jamás había usado por “vergüenza”. Use maquillaje, tacones y mis labios encendidos como mi rabia. De esa manera salí de aquel encierro y fui directo a la empresa de mi queridísimo esposo. Al llegar todos me miraban como si fuera una celebridad caída en desgracia, pero Por más que me pesara mantuvo mi cabeza en alto y los ignoré a todos.

Cuando llegué a mi oficina Thiago estaba en su oficina con la puerta abierta y cuando me vio entrar, de inmediato se levantó de su silla como si no pudiera creérselo. Mi presencia en ese lugar era una sorpresa para todos hasta para mí.

— Sofía… ¿Qué haces aquí?

— ¿Así recibes a tu esposa? — pregunté en un tono alto para que alguno se escucharan — Estoy aquí porque vine a recordarte que estás casado conmigo y soy la que puede dañar tu vida en un abrir y cerrar de ojos. Que no se te olvide que gracias a mí vas a obtener tu herencia, así que desde ahora te digo que una más que me hagas y voy a vengarme. Así que para asegurarme de eso, desde ahora te digo que hablaré con mi padre para tener un puesto en el consejo directivo.

— ¿Qué? Tú no puedes hacer eso, esa absurda idea no estaba en el acuerdo — gruñó, irritado.

— Bueno, tampoco estaba incluido que me convirtieras en la burla nacional y aquí estamos — le sonreí con rabia — Ahora aprenderás a lidiar conmigo, Thiago Navarro porque yo no voy a desaparecer tan fácil de ti vida y haré que te arrepientas de ser un cretino.

Salí de su oficina con una sonrisa más letal que una bala y ni siquiera lo dejé volver a hablar. No necesitaba venganza, ya no. Lo que necesitaba era recuperar mi dignidad y dejarle claro que con una sola palabra mía podría quedarse sin lo que tanto desea. Así quizá y solo quizá, hacerlo ver que la estúpida esposa que solía tener ha muerto.

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