Mundo ficciónIniciar sesiónNos llevamos bastante tiempo revisando esos informes y a decir verdad empiezo a preocuparme, de verdad que no entiendo cómo es que ella está en el puesto que esta y dice ser profesional, si verificando su información no es precisa, los candidatos para las pruebas no creo sean los apropiados para recibir el tratamiento.
—No sé, Victoria, pero no estoy convencida de que los pacientes soporten el tratamiento. Me preocupa si bien padecen la enfermedad, no creo que sea lo apropiado, en su mayoría presentan cuadros clínicos nada alentadores y el tratamiento es muy agresivo.
—Pues son los únicos que aceptaron someterse a las pruebas y ya no hay tiempo para perder, pero tú decides, ellos ya tienen la idea de que eso puede ser su última esperanza, a ti toca decidir si les quitas esa esperanza, y buscas nuevos candidatos —Esto definitiva no me agrada.
—Eso lo voy a consultar con el doctor Roberto, no estoy de acuerdo con los datos que me presentas, digo es obvio que no son candidatos ideales para esto y me sorprende que tú lo hayas autorizado.
—Bueno, es lo que hay, tú sabrás si te conviene o no, yo, ya hice mi trabajo. Ahora, si me disculpas, ya es muy tarde y necesito llegar a mi casa. —Es imposible tratar con esta mujer, creo que lo mejor es ir a descansar y ya mañana lo hablaré con mi jefe, ¡ay no, qué fastidio!
No digo más y dejo que se vaya, de igual manera lo hago yo, Hugo, quedo de pasar por mí, me apresuro a guardar mis cosas, ya que me notifica por mensaje que ya está afuera, salgo apresurada, le choca esperar, voy apresurada con todas mis cosas y salgo casi corriendo también porque ya está todo a obscuras y en silencio, no se ve ni un alma por aquí y siento que si me sale un fantasmita, le temo mucho a la obscuridad.
Corro a toda prisa y con las manos llenas, no me percató que alguien venía saliendo también, hasta que siento que choco como con una roca y reboto en el suelo.
—¡Auch! ¡¿pero, ¿quién carajos se atraviesa?! —Grito, ya que estoy en el suelo y todas mis cosas esparcidas por todos lados, me duele mi coxis, me quito mi cabello de la cara y cuando veo de quién se trata, quiero morir.
—Pero ¿qué pasa con usted? ¡¿Qué no se fija por donde va?!, o es que su pasatiempo es andar por los pasillos asustando gente como si fuera un fantasma —Me grita en lugar de ayudarme a levantar.
—¡Lo mismo digo, siempre me asusta o me ocasiona algo! —Le grito, ya que el que se me atravesó fue él y la que está en el suelo soy yo, a él no le paso nada y todavía se queja.
No dice más y se agacha ayudarme a levantar del suelo, si fue un buen golpe, me duele, en lo que me sobo mis pompis él se dedica a recoger mis cosas, para entregármelas.
—¿Se siente bien? ¿Quiere que la revise?, creo que si fue un gran golpe —Claro que fue un gran golpe, choque con una roca humana y rebote al suelo, pero ni loca dejaría que él me revisara el trasero.
—No se preocupe, estoy bien, mejor me iré a descansar, gracias.
—¿Se irá sola a estas horas? Si gusta, yo la acerco a donde vaya —Ahora es don amable.
—No tenga cuidado, doctor, vinieron por mí, gracias.
—¿Y quién vino por usted?, no me diga que un taxi, porque a estas horas no son muy seguros.
—No es un taxi, es mi novio el que vino por mí, así que no se preocupe, que voy a salvo, gracias por la preocupación.
—Vaya, no me imaginé que tuviera novio, me ha dejado sorprendido, pero ok está bien. —¿Pero qué demonios? ¿Acaso me creía muy insignificante para tener novio? —me ha dado justo en la vanidad.
—No sé qué le sorprende doctor, ¿me cree tan poca cosa o muy insignificante, para tener alguien que se fije en mí?
—No tranquila, no lo dije por eso, solo que como la he visto y me han comentado que entra de madrugada y sale tarde, pensé que no tenía, por lo general cuando uno tiene una relación eso demanda tiempo y por lo visto a usted no le sobra mucho, solo por eso lo comente, disculpe —Si claro intenta arreglar su metida de pata, porque es claro que ante él he de ser poca cosa como mujer.
—Mire así déjelo, ahora me retiro, que me están esperando, que pace buena noche, hasta mañana. —Me despido y camino rumbo a donde me espera Hugo, el cual al verme sale para ayudarme con mis cosas.
Mientras Hugo, guarda todo en la parte trasera, yo me subo al auto con mucho cuidado, porque sí que me duele, mientras me acomodo veo por la ventana que el chismoso de mi jefe está ahí parado viendo toda la escena, le ha de causar mucho morbo ver quién es el valiente que se atreve a ser mi novio, aparte de idiota, chismoso.
—Listo, no sé para qué cargas con tanta cosa, pero bueno, y ¿ese con el que saliste quién es? ¿Estabas con él, por eso tardaste? —¿Qué? Ahora, porque tanta preguntadera de Hugo, nuca dice nada.
—Él es mi nuevo jefe y no estaba con él, me topé con el camino a la salida, ¿por qué la pregunta?
—Porque creo recordar que me habías dicho que tu jefe era un doctor ya mayor y ese para nada es mayor —No puede ser cierto, los hombres solo escuchan lo que les conviene.
—Te dije que el dueño es el doctor Sergio, que ya es un hombre mayor, el cual deslindaría responsabilidades, y que por eso iba a llegar un nuevo director, el cual es al que acabas de ver.
—Pues para ser director es bastante joven, ¿no?, ¿Qué edad tiene? —No bueno el colmo, ahora esté muy interesado en mi jefe.
—Tengo entendido que treinta y cinco años, pero no estoy segura, no me ha mostrado su acta de nacimiento para que lo corrobore —Le digo en tonito burlón y sarcástico, me sorprende que se interese en la edad de mi jefe, nunca pone mucha atención en cosas de mi trabajo.
—Qué graciosa, veo que, aunque saliste bastante tarde, saliste de buen humor. Claro, venías en la gran plática con tu jefe, cito por eso tu buen humor, ni cuando estás conmigo andas tan alegre. —Ay, no, esto no es posible, ¿me está haciendo una escena de celos? Jamás lo había hecho.
—Esto no puede ser cierto Hugo, ¿me estás haciendo una escena de celos?, pues te digo de una vez que una no me agrada y segunda está muy fuera de lugar, estoy feliz porque estoy contigo, y no venía en la gran platica, solo que en el camino me caí y el amablemente me ayudo a levantarme, esa era nuestra gran platica, contento —La verdad esto ya lo digo algo molesta, está totalmente fuera de lugar todo lo que dijo.
—No son celos, solo era curiosidad, creo tengo derecho de saber con quién trabaja mi novia y futura madre mis hijos, ¿no crees? —Justo cuando dice eso llegamos a su departamento, ni me había percatado a dónde íbamos, pensé que me llevaría a mi casa, pero a ver ¿dijo madre de sus hijos?
Me agarro por sorpresa, decir que seré la madre de sus hijos, eso quiere decir que tal vez pronto me pida ya ser su esposa, y la verdad me ha llenado de ilusión eso que dijo, en lo que él saca las cosas del carro yo llamo a casa para avisar que me quedaré con él, por la hora mi madre dice que está bien, ya aquí tengo la mitad de mis cosas para cuando me quedo, ya adentro me dirijo a ponerme el pijama, muero de sueño.
—¿Pero por qué se puso pijama, señorita? Nos va a estorbar, esta noche toca practicar para cuando hagamos a nuestros hijitos. —Lo dice mientras besa mi cuello y creo que el sueño empieza a desaparecer. Me encanta estar con Hugo, él sabe con animarme.
Pasamos una noche genial, eso de practicar a los hijitos, nos sale muy bien, voy feliz a darme una ducha e irme al trabajo, pero cuando me veo al espejo, no lo puedo creer, Hugo ha dejado una gran marca de su práctica en mi cuello y yo no sé cómo cubriré eso para que en el trabajo no se note.







