No tardamos mucho en llegar al lugar donde cenaríamos; era un lugar muy lindo, elegante, bastante acogedor. A Hugo le gusta venir mucho aquí; siempre que tenemos algo que festejar, venimos.

Este fue el lugar donde celebramos nuestro primer aniversario; recordar eso me da nostalgia, es como si presintiera malas noticias.

—¿Y bien?, ahora sí me dirás qué pasa; desde que me dijiste que sería una buena noticia y una mala, te quedaste muy serio y yo ya no puedo con la incertidumbre —le digo ya que nos asignaron nuestra mesa y tomamos asiento.

—¿Te parece si pedimos primero?

—Está bien, aunque sinceramente hasta el hambre se me fue, no sé qué tanto misterio —le digo ya algo molesta; me estresa que la gente no vaya directo al grano, que quieran adornar las cosas.

—Tranquila, no es para que te pongas así. —El peor error que un hombre puede hacer es decirle a su mujer que se tranquilice, cuando él es la causa de que se salga de control; eso solo empeora.

—Pues si quieres que me tranquilice, ha