Ezra
El peso de la oscuridad se enrolla alrededor de mi alma como un abrazo helado. Mi respiración es corta, ardiendo en mi garganta mientras la sangre de Damon tiñe aún mis labios. La luz blanca que Alina invocó se desvanece lentamente, dejando atrás una sensación de vacío doloroso.
Ella está allí, de pie frente a mí, con los ojos brillantes de lágrimas.
— Ezra…
Su voz tiembla, llena de un dolor que siento hasta en mi carne.
— Tienes que detener esto.
Aprieto los dientes, un dolor punzante desgarrando mi cabeza. La sombra en mí late, hambrienta, ávida de destrucción. Mi lobo está despierto, pero ya no es solo él quien controla. Algo más se ha infiltrado en mis venas. Algo más oscuro.
— No puedo, susurro.
Alina avanza un paso, su mirada hundida en la mía.
— Sí. Puedes.
Una ola de rabia me recorre.
— No te acerques.
Ella no me escucha. Sus manos temblorosas se levantan y se posan en mis mejillas. Su calor contrasta con la frialdad de mi cuerpo.
— Te encontraré