Alina
El vínculo pulsa en mis venas, un calor vibrante que no deja de crecer a medida que me acostumbro a la nueva fuerza que recorre mi cuerpo. Desde el pacto, siento a Damon de manera diferente. Más cerca. Más arraigado en mí. Incluso cuando no nos tocamos, percibo su aliento en mi pecho, el ritmo de su corazón latiendo al unísono con el mío.
Caminamos codo a codo a través del oscuro bosque, nuestros pasos hundiéndose en la alfombra de hojas muertas. La niebla matutina envuelve los árboles como un velo fantasmagórico, haciendo que la atmósfera sea aún más pesada. Siento la agitación en el cuerpo de Damon, la tensión en sus hombros, la forma en que sus músculos se contraen ante cada ruido sospechoso.
— Está ahí, murmura él.
Me detengo, los sentidos alerta. Mi oído percibe el susurro de las hojas, el crujido de una rama rota en algún lugar a nuestra izquierda. La presencia de Adrian flota en el aire, fría e implacable.
— Nos está esperando, digo.
Damon se acerca, colocando una mano en