Alina
El cielo está cargado de nubes oscuras. Una brisa helada se infiltra a través de los muros de piedra del castillo, levantando las faldas de mi vestido negro mientras avanzo por el pasillo silencioso. Cada paso resuena en el pesado silencio, como si los propios muros contuvieran la respiración.
Mi corazón late a un ritmo frenético. No puedo olvidar la mirada de Damon cuando me confió sus dudas. Está dispuesto a sacrificarse. Listo para derramar su propia sangre para salvarnos a todos.
No puedo dejar que haga eso.
— Alina.
Me paralizo al escuchar esa voz.
Lentamente, me doy la vuelta.
La misteriosa mujer está allí, de pie al final del pasillo. Su figura es esbelta, su vestido oscuro flotando a su alrededor como una sombra viviente. Su cabello negro cae en cascada sobre sus hombros, y sus ojos dorados brillan en la oscuridad.
— ¿Qué quiere de mí?
Ella avanza lentamente, su sonrisa helada iluminando su rostro perfecto.
— ¿Lo que quiero? —repite con una voz suave—. No soy yo quien qu