La tensión en el aire es palpable. Siento los latidos sordos de mi corazón resonar en mi pecho mientras sigo a Damon a través del laberinto oscuro del bosque. La luna ilumina débilmente el sendero, proyectando sombras movientes que parecen danzar a nuestro alrededor. Cada ruido, cada susurro de hoja parece amplificar la angustia que roe mis entrañas.
Damon camina delante de mí, su espalda ancha y tensa bajo la camisa oscura que lleva puesta. Sus hombros son rígidos, su postura felina, lista para saltar. Está concentrado, su mirada fija al frente. El olor del bosque se mezcla con el de la sangre, metálico. Sé que ya ha comenzado a preparar el terreno.
— ¿Estás seguro de tu plan? murmuro.
No disminuye la marcha, pero veo que sus dedos se tensan ligeramente.
— Dominic picará el anzuelo. No podrá resistir.
— ¿Y si sale mal?
Se detiene en seco, girándose hacia mí. Su mirada dorada brilla en la oscuridad, feroz e intensa.
— Entonces lo mataré.
Trago saliva con dificultad. Damon nunca ha sido de dudar, pero esta vez es diferente. Dominic no es solo un adversario, es un rey en este mundo de lobos y sangre. Derrocarlo significa romper un equilibrio frágil que podría sumergir a la manada en el caos.
— ¿Y si Dominic te mata?
Una sonrisa cruel se dibuja en sus labios.
— No tendrá tiempo.
Se acerca a mí, sus dedos deslizándose a lo largo de mi mandíbula, su mirada penetrando en la mía.
— Nunca he perdido una cacería, Alina.
— ¿Estás seguro de que es una cacería?
Su sonrisa se amplía, revelando la punta de sus colmillos.
— Es una ejecución.
Un escalofrío recorre mi espalda, pero me niego a desviar la mirada. Damon es peligroso. Sanguinario. Pero es mío. Y yo soy suya.
Desliza una mano sobre mi nuca, sus dedos rozando mi piel con una suavidad que contrasta violentamente con la violencia latente en su mirada.
— Quédate cerca de mí. No te alejes.
— Puedo defenderme.
Su mirada se oscurece.
— No contra él.
Siento el ronroneo sordo nacer en su pecho, resonando en mi propio cuerpo. Cierro los ojos un instante, inhalando profundamente para calmar la panique que sube en mí.
— ¿Qué esperas de mí, Damon?
— Que sobrevivas.
Vuelvo a abrir los ojos. Está tan cerca que puedo sentir el calor de su aliento sobre mis labios.
— No te dejaré hacer esto solo, murmuro.
Aprieta los labios, su mirada suavizándose una fracción de segundo antes de volverse dura como el acero.
— Entonces quédate detrás de mí.
Apreto los dientes. Sabe que no obedeceré. No puedo quedarme atrás mientras arriesga su vida.
Un ruido resuena en la noche. Un crujido seco.
Damon se endereza de inmediato, la mirada fija en las sombras movientes de los árboles. Siento su energía cambiar — su lobo está listo para saltar.
— Están aquí, murmura.
Mi corazón se detiene un latido.
Una silueta emerge de las sombras, avanzando lentamente. Dominic.
Es alto, imponente, vestido con un largo abrigo negro que flota a su alrededor como una capa. Su cabello oscuro está recogido hacia atrás, revelando un rostro anguloso, hermoso pero cruel. Sus ojos de un azul helado brillan en la oscuridad.
— Damon, dice con una sonrisa lenta. Por fin.
Damon se coloca instintivamente frente a mí, su cuerpo tenso como una cuerda lista para romperse.
— Has venido, responde Damon con una voz baja y rasposa.
— No podía rechazar una invitación así.
Dominic avanza con un paso suave. Su mirada se desliza hacia mí, un escalofrío helado recorriendo mi piel.
— Y la pequeña Alina… Su sonrisa se ensancha. Eres aún más hermosa de lo que recordaba.
Me tenso. Damon ruge, un sonido profundo y peligroso resonando en el aire.
— No pongas tus ojos sobre ella.
Dominic ríe suavemente.
— ¿Planeas mantenerla oculta para siempre? Sabes bien que no te pertenece.
— Es mía, ruge Damon.
Dominic arquea una ceja.
— ¿Ah sí? ¿Y si decido quedármela?
Damon se mueve tan rápido que ni siquiera tengo tiempo de reaccionar. En un abrir y cerrar de ojos, está sobre Dominic, estampándolo contra un árbol. Su mano se cierra sobre su garganta.
— Inténtalo, ruge, mostrando los colmillos.
Dominic no se debate. Sonríe, la mirada brillante con una luz malsana.
— Sigues siendo tan impulsivo, Damon. Eso es lo que te matará algún día.
— No esta noche.
Damon aprieta aún más su agarre. Los dedos de Dominic se cierran sobre la muñeca de Damon.
— ¿Crees que he venido solo?
Un crujido resuena en el aire. Sombras surgen a nuestro alrededor, siluetas esbeltas con ojos brillantes. Lobos. Al menos una docena. Nos rodean, sus colmillos brillando a la luz de la luna.
— ¡Damon!
Él no me mira. Está concentrado, su lobo rugiendo bajo su piel.
— Retrocede, Alina.
— No.
Dominic ríe.
— Estás en desventaja numérica. No puedes ganar.
Damon sonríe lentamente.
— Nunca estoy solo.
Una sombra se lanza desde el bosque. Caël. Golpea al primer lobo con una rapidez fulgurante, enviándolo contra un árbol con un crujido siniestro. Los otros lobos atacan a la vez.
Damon suelta a Dominic y se lanza a la pelea. Permanezco paralizada un segundo antes de transformarme. Mis huesos crujen, mi visión se amplía, mis garras se hunden en el suelo.
— ¡Alina, no! grita Damon.
Demasiado tarde. Salto sobre el primer lobo que se acerca.
Siento los colmillos hundiéndose en mi hombro. El dolor explota en mi cuerpo. Rujo y contraataco, hundiendo mis garras en la garganta del lobo. Se desploma en un aullido.
Veo a Damon, con la mirada furiosa, romper el cuello de otro lobo. Se apresura hacia mí, me agarra del brazo.
— ¡Te dije que te quedaras detrás!
— ¡No te dejaré morir solo!
Un destello de furia atraviesa su mirada. Luego, lentamente, sonríe.
— Entonces luchemos juntos.
Nos giramos hacia los lobos restantes, nuestras respiraciones entrecortadas.
Esta noche, la sangre va a fluir.
DamonEl sabor de la sangre resbala sobre mi lengua, metálico y caliente. Estoy en el centro del círculo, los cuerpos mutilados de los lobos enemigos esparcidos por el suelo a mi alrededor. El olor de la carne y de la sangre recién derramada flota en el aire, un perfume macabro que despierta mis instintos más oscuros. Mi respiración es pesada, mis músculos tensos por el esfuerzo.Alina está a mi lado, su aliento es corto. Su silueta felina está tensa, sus garras aún manchadas de sangre. Su respiración es entrecortada, su mirada ardiente. Es magnífica en este estado de rabia animal. La luna ilumina su rostro, proyectando un resplandor plateado sobre su piel pálida y sus ojos llameantes.Extiendo la mano hacia ella. Ella se estremece al contacto de mis dedos en su mejilla.— ¿Estás bien?Ella asiente, pero su mirada se desliza hacia el cuerpo de un lobo en el suelo. Su garganta está abierta, sus ojos vidriosos mirando al cielo.— No debí haberte seguido, murmura.— Si no hubieras venido
DamonEl círculo de piedra es frío bajo mis pies descalzos. El aire nocturno es denso, cargado con la tensión eléctrica del combate que se avecina. El silencio reina, solo interrumpido por el murmullo del viento y el latido sordo de mi corazón en mi pecho. Mi padre se encuentra frente a mí, con el torso desnudo, su cuerpo esculpido por años de combate y dominación. Sus ojos dorados brillan en la oscuridad, atravesando mi alma como dos cuchillas afiladas.Alrededor de nosotros, la manada está reunida, formando un círculo perfecto. Rostros familiares y hostiles nos observan en silencio. Alina está allí, justo detrás de la multitud, su mirada ardiente de preocupación. Sus dedos están crispados en el borde de su abrigo.Siento su angustia, su corazón latiendo desbocado. Pero no puedo mirarla ahora. Debo concentrarme.— ¿Listo? —murmura mi padre, una sonrisa cruel estirando sus labios.Aprieto los puños, mis músculos tensos al máximo.— Siempre.Mi padre hace crujir sus nudillos.— Entonce
AlinaEl silencio es opresivo en el bosque. La luna está alta en el cielo, su luz blanca filtrándose a través de las gruesas ramas de los árboles. Camino descalza sobre el suelo frío, mis dedos temblorosos rozando la corteza de un viejo roble. El aire está cargado de humedad, y cada susurro en los arbustos hace acelerar mi corazón.No debería estar aquí.Pero no tengo elección.Desde la victoria de Damon sobre su padre, la manada está en plena transformación. Se ha convertido en el Alfa indiscutido, imponiendo su dominio con una fuerza bruta y una autoridad natural. Los guerreros se han inclinado, los ancianos lo han reconocido. La manada le pertenece.Pero en la sombra, la incomodidad crece.Circulan rumores. Algunos lobos aún cuestionan su legitimidad. Susurran que su fuerza proviene de la oscuridad que lleva dentro. De la parte oscura de su lobo, aquella que liberó durante la pelea.Y esa oscuridad, está creciendo.Lo he visto en sus ojos.Cada noche, sale de nuestra habitación. De
DamonLa noche es pesada, sofocante. El olor del bosque está saturado de tierra húmeda, savia y la sutil fragancia de Alina que se adhiere a mi piel. Mi respiración es irregular, mis músculos tensos bajo la presión de mi propio cuerpo.Corro a través del bosque, descalzo, el viento azotando mi rostro. Las ramas me arañan, pero no siento nada. Ni dolor. Ni fatiga. Solo esta rabia burbujeante que pulsa en mis venas, incontrolable.Me he acercado demasiado a ella.Podría haberla marcado.Podría haberla roto.Mis colmillos aún son sensibles, mis manos temblorosas mientras golpeo violentamente el tronco de un árbol. La corteza estalla bajo la fuerza del golpe, y un chorro de astillas de madera vuela por el aire.Gruño, el sonido gutural resonando en la noche.Pierdo el control.Siento la presencia en mi mente, ese susurro oscuro que me envuelve desde el día en que maté a mi padre. No es solo el poder de un Alpha. Es otra cosa. Algo más antiguo. Más oscuro.— Te debilitas, Damon.La voz res
AlinaEl frío muerde mi piel mientras permanezco inmóvil en el bosque, mis brazos rodeando mi cintura en un intento desesperado de calentarme. El eco de los pasos de Damon se ha desvanecido hace tiempo, pero su ausencia me quema más cruelmente que el viento helado que se filtra a través de mi vestido ligero.Mi corazón aún late a un ritmo frenético. La sensación de sus labios sobre los míos, de sus manos ardientes recorriendo mi piel, está grabada en mi memoria. Y sin embargo, él se ha ido. Una vez más.Me deslizo contra el tronco de un árbol, mis rodillas dobladas contra mi pecho. La bruma nocturna se aferra a las hojas, una fina película de humedad cubriendo mis brazos desnudos.¿Por qué siempre se aleja?¿Por qué me huye cuando arde con el mismo deseo que yo?Cierro los ojos, intentando calmar el tumulto en mi pecho. Pero todo lo que siento es este vacío inmenso que deja tras de sí.— ¿Realmente crees que te dejará entrar?Me incorporo bruscamente, el corazón latiendo. Una silueta
Damon El calor de su cuerpo contra el mío es lo único que logra apaciguar el caos en mí. Alina está aquí, acurrucada en mis brazos, su ligero aliento acariciando mi piel desnuda. Pero incluso ahora, mientras la sostengo firmemente contra mí, siento el peligro acechando en la sombra. Cillian. Aún lo siento. Su olor. Su aura. Esa malicia insidiosa que se infiltra en el aire, dejando tras de sí una marca indeleble. Apreto a Alina un poco más fuerte, hundiendo mi rostro en su cabello. — Estás demasiado cerca de él —gruño. Ella tiembla en mis brazos. — No me ha hecho nada. Me aparto ligeramente, mi mirada oscura cruzándose con la suya. Sus ojos brillan en la oscuridad, llenos de esa dulzura embriagadora que me vuelve loco. — Esa no es la cuestión. — Entonces, ¿cuál es la cuestión? —pregunta con voz tranquila, pero su corazón late demasiado rápido. La oigo. La miro durante un largo momento antes de pasar una mano por su cabello. — Te desea. — ¿Y tú? —murmura. No
Alina Sigo sintiendo la tensión en el cuerpo de Damon mientras me sostiene contra él. Su respiración es corta, áspera, como si luchara por controlarse. Sus poderosos brazos me envuelven, y a pesar del calor reconfortante de su abrazo, una sombra fría planea en el aire. — No volverá esta noche, murmura Damon contra mi oído. Me estremezco. Cillian. Odio el efecto que tiene sobre Damon. La forma en que despierta esa rabia animal en él, esa sed de violencia. Pero lo que más me asusta es la facilidad con la que Damon se sumerge en esa oscuridad. Levanto la vista hacia él, mis manos deslizándose sobre su torso desnudo. Su corazón late violentamente bajo mi palma. — Damon, no puede continuar así, murmuro. Sus ojos oscuros brillan bajo la luz de la luna que filtra a través de las cortinas de la ventana. No responde de inmediato, su mirada fija en mí, penetrante y peligrosa. — No dejaré que nadie te quite, Alina, dice finalmente, su voz áspera. Nadie. — ¿Incluso si tienes que
Capítulo 1 – La PresaAlinaEl bosque parece querer tragarme por completo. Cada paso es una agonía; mis pies desnudos se cortan en las piedras, mis piernas golpeadas ceden bajo la fatiga. El aire helado se infiltra bajo mi vestido desgarrado, mordiendo mi piel en llamas. No soy más que un animal acorralado, jadeante, desesperado.Corro hacia una frontera invisible, una última esperanza ilusoria. El viento azota mis mejillas empapadas de lágrimas y sudor. Cada respiración es un gemido. Mis fuerzas me abandonan, una a una.Detrás de mí, se acercan. Sombras. Lobos. Mi propia manada, convertida en manada de caza.A sus ojos, no soy más que una ofrenda sacrificial. Un trozo de carne débil, abandonado a la crueldad de aquel a quien todos temen.Damon.Su nombre resuena en mi cabeza como un látigo.Un alfa implacable, más bestia que lobo, que ha forjado un imperio en el miedo y la sangre. Se dice que se alimenta de la debilidad, que la devora y escupe lo que no es digno de él. Y ahora, soy y