Alina

El silencio reina en la habitación. La pálida luz de la luna se desliza a través de las cortinas, acariciando suavemente el rostro de Damon. Él está acostado de espaldas, con el torso desnudo, una mano apoyada en su frente mientras que la otra reposa sobre su vientre. Su respiración es lenta, pero siento la tensión en su cuerpo. Incluso en su sueño, está atormentado.

Estoy sentada a su lado, con las rodillas abrazadas contra mi pecho. Mi mirada se desliza sobre su torso, siguiendo la línea perfecta de sus músculos, la cicatriz que corre a lo largo de su flanco izquierdo. Mi corazón se aprieta. Casi muere por mí. Y ahora…

Cierro los ojos, una calidez ácida enrollándose en mi pecho. La marca de Kael pulsa en mis venas como una quemadura latente. Un recordatorio constante de que en cualquier momento podría reclamarme.

— Alina…

Me sobresalto levemente cuando Damon abre los ojos. Su mirada dorada se encuentra con la mía, y de inmediato estoy envuelta por el calor que emana. Él extien