Ameline se estremeció, sintiendo el pulgar de Seth acariciando su labio, mientras su otra mano se instalaba en su cintura, acariciando de arriba abajo.
—Sabes… no pude evitar pensar en ti todo el día, preciosa… —murmuró, inclinándose para hablarle directo al oído—. No solo porque estaba preocupado por el bastardo que te atacó, sino porque quedó algo pendiente anoche, ¿no?
Ameline se mordió el labio, recordando la frustración de que el ataque con el ladrillo no solo la asustó, sino que la interrumpió a mitad de su sesión de sexo apasionado con Seth…
Y si iba a irse pronto… no tendría muchas más oportunidades para hacer esto con él…
Un suspiro tembloroso escapó de sus labios mientras se aferraba con ambas manos a los hombros de Seth.
—Solo… promete que nadie va a interrumpir esta vez. —Lo miró con ojos llenos de deseo imposible de contener.
Él sonrió traviesamente.
—Lo prometo, preciosa. —Se lanzó a besar su cuello, arrancándole un gemido.
—E-espera… —Se sonrojó profundament