Seth se despertó en la cama abrazado a Ameline, cuando apenas salía el sol, por lo que debían ser las cinco de la mañana.
Bien, ya estaba normalizando su horario de sueño, cosa que era inevitable para una mente tan ocupada como la suya.
Aunque relajarse de vez en cuando no estaba mal… no era algo que hiciera muy seguido, no era algo que apreciara en el pasado, siempre trataba de holgazanes a los que deseaban menos trabajo, los que llegaban tarde, dormían de más o querían vacaciones…
Pero antes estaba solo, y ahora… tenía a su mujer deseada.
Era una lástima que su mujer deseada fuera también la responsable de que perdiera su tesoro más valioso…
Pero ella tenía algo más valioso aún… su hijo, en su vientre, su posibilidad de formar una familia y asentarse por fin.
Y ella era una mujer más que adecuada, hermosa, astuta, fiera y determinada…
Cada día Ameline le gustaba un poco más, incluso si cada día ella lo odiaba más y más…
Seth dejó que sus dedos se posaran suavemente so