Al día siguiente, Ameline se sintió muy desanimada como para ir a la playa, pero cuando Kato llegó a golpearle la puerta, ella recordó que estos quizás serían los últimos días a su lado y se obligó a alistarse y salir.
Cuando Kato le palmeó la cabeza y le hizo una broma de ser una dormilona, Ameline no se contuvo y lo abrazó.
—Oye… ¿y ahora qué tienes, niñita?
Ameline negó con la cabeza.
—Nada, vamos a la playa.
El grupo se dirigió a la playa bajo el sol de la mañana, esta vez sin la presencia opresiva de Tucker, reemplazado por los guardias habituales de Prissy, Selene y Lana, que mantenían una distancia respetuosa, y los demás guardias cuyos nombres nadie se molestó en aprender.
Nataniel lo notó de inmediato, su mirada recorriendo el perímetro mientras extendían las mantas sobre la arena. Se acercó a Ameline, sentándose a su lado con una expresión preocupada.
—¿Qué pasa ahora? —preguntó en voz baja, sus ojos buscando los de ella. Ameline suspiró, mirando hacia el mar antes