Las hormonas... ¿no?
Seth miró fijamente a Ameline, recorriéndola de arriba a abajo.
Ella estaba en un simple camisón corto que dejaba a la vista sus muslos y parte de su escote, y él no perdió tiempo en detallar largamente cada parte de piel expuesta.
Ameline dio un paso atrás, sus manos temblando mientras intentaba empujar la puerta con todas sus fuerzas, el chirrido de la madera contra el pie de Seth resonando en la habitación como un desafío.
—¡Sal de aquí! —gruñó, su voz alzándose más mientras forcejeaba, pero él no cedió, su bota firme como una barricada, el músculo de su pierna tensándose bajo el pantalón oscuro, cosa que ella no pudo evitar notar, ya que él no era el único mirándola, ella también lo miraba a él…
Y se odiaba infinitamente por eso.
El aroma de su colonia, una mezcla embriagadora de confianza y virilidad, se intensificó, envolviéndola mientras él avanzaba un paso más, la puerta cediendo por completo bajo su presión, y tal vez un poco porque la misma Ameline inconscientemente d