Ameline salió del baño envuelta en una toalla, su corazón aún latiendo con fuerza al sentir como la seguía de cerca.

Al vestirse, sintió lo ojos de Seth rencorrerla, causandole un estremecimiento que la sacudió por completo.

Se puso un vestido sencillo y se secó el cabello rápidamente, consciente del poco tiempo que le quedaba antes de partir. El peso de la noche anterior, de los besos, las caricias, esa conexión con Seth que aún quería negar, seguía presente, pero lo apartó de su mente mientras se peinaba con rapidez.

Al girarse, vio a Seth al otro lado de la habitación, ya vestido con una camisa oscura y pantalones negros, hablando por teléfono en un tono bajo pero firme. Sus ojos se encontraron por un instante, y él levantó una mano, pidiéndole un momento mientras terminaba la llamada.

— Sí, asegúrate de que el auto esté listo para el mediodía —dijo Seth al teléfono, su voz autoritaria pero cansada, debido a que no había dormido más que un par de horas—. Y quiero seguridad extr