"Maldita sea, ¿y si Bianca realmente ya está aquí? ¿Y si Claus realmente ya la vio?" Ameline pensó mientras subía las escaleras de la mansión, su mano apoyada en la barandilla para equilibrarse.

Era lunes por la mañana, y la reunión en la cafetería del día anterior seguía dando vueltas en su cabeza. La cancelación de Claus, la mención de “alguien importante”, las teorías de las chicas sobre una posible amante, todo apuntaba a que su plan para atraer a Bianca podría estar funcionando. Pero la incertidumbre la carcomía.

"¿Y si no es ella? ¿Y si estoy viendo señales donde no las hay?" Solo había una persona con la que podía hablar abiertamente, alguien que conocía cada detalle de su plan: Nataniel.

Bajó junto con Emma por un pasillo silencioso hasta llegar al cuarto de Nataniel, donde entró dejando a su guardia fuera.

Nataniel estaba sentado en una silla, hojeando un libro gastado, su rostro cansado pero alerta. Al verla, esbozó una sonrisa pequeña.

—Ameline, qué sorpresa. ¿Todo bi