Seth la besó con fuerza, con fiereza y pasión ardiente, queriendo demostrarle no solo que era capaz de complacerla, sino también que él la dominaba por completo, que la poseía y podía tenerla cuando quisiera.
El pensamiento la ofendió lo suficiente para tratar de empujarlo lejos de ella, pero él continuó aprisionándola en sus brazos, pegándola más contra la pared y haciéndola jadear al sentir lo excitado que estaba por ella.
Y Ameline no pudo evitar odiarse… porque su cuerpo traidor también estaba comenzando a arder de deseo por él.
Sin embargo, no pensaba caer tan bajo, él era su secuestrador, ¡no iba a entregarse a un hombre que le quitó la libertad, la dignidad y que encima amenazaba a Kato!
Dejando que la ira la dominara, Ameline hizo uso de todas sus escasas fuerzas y abofeteó con fuerza a Seth, intentando correr hacia la puerta y escapar… y lo logró, sorprendentemente.
Seth no la persiguió, más bien se le quedó viendo con sorpresa.
Pero… Ameline no llegó ni a la mitad