Capítulo LVII

—¿Por qué las sombras no la protegieron?

—Sin sus órdenes son solo eso, sombras —contesta concentrada suturando el corte en mi antebrazo—. No podrán ayudarla o hacer algo por ella sin una orden previa.

Hago una mueca cuando la aguja atraviesa mi piel.

—Yo… —titubeo— hice un trato con ellas.

Detiene la aguja a unos milímetros de mi carne y alza la cabeza para observarme.

—¿Un trato? ¿Qué tipo de trato? —Muevo la mandíbula y desvío la mirada—. ¿Qué tipo de trato? —repite con la voz tensa.

Mis ojos caen en Eli, que está acostada en nuestra cama. Está cubierta por las cobijas de pieles en su frente yace una compresa fría. Sus labios se mueven y su cabeza se mueve casi sin ser percibida. Habla entre sueños. Verla así me aflige y me da rabia, ya que no llegu&

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