Capítulo 93. Es peligroso que estés aquí
Kael trabaja arduamente en el sótano que construyó con sus propias manos para resguardarse en las noches de luna llena. La humedad cala en los muros y el aire pesa. Está cortando un pedazo de cadena de plata, forzando con las herramientas gastadas para fabricar un nuevo grillete. Sus manos tiemblan, no por el esfuerzo, sino por la cercanía de la transformación.
De pronto, un grito rompe la monotonía del bosque. Una voz femenina clama por auxilio. Kael se detiene en seco, la herramienta se le resbala. Su piel se eriza. Sus oídos se tensan, aguzados por instinto. Su mente, acostumbrada a los engaños del encierro, duda. Tal vez sea un recuerdo, un eco de su locura.
—Imposible —se dice a sí mismo mientras vuelve a sujetar la cadena—. Nadie sería capaz de entrar en este bosque, mucho menos a horas de luna llena.
Han pasado veinte años desde que está preso aquí. Veinte años de hambre, de frío, de matar a todo aquel que se atrevió a acercarse. Veinte años de súplicas sin respuesta a Selene.