—¡Kael, no me puedes hacer esto! ¡No puedes ignorarme por siempre! —grita Erika detrás de él.

El alfa camina rápido hacia el campo de entrenamiento, con el gesto endurecido, sin dignarse a responder.

—¡Kael, responde de una vez! —insiste ella, elevando aún más la voz—. ¡Ya ha pasado más de mes y medio! No puedes simplemente acabar con nuestro compromiso.

Las palabras se clavan en él. Mes y medio… Ese tiempo marca la herida más profunda de su vida. Mes y medio desde que Aria desapareció por completo. Ni con Thane, ni con las mejores rastreadoras han logrado hallarla. Tampoco al alfa Oscuro. Lo único que saben son rumores: está reuniendo un nuevo ejército, preparando algo grande.

Kael se detiene de golpe y la enfrenta. Su mirada arde, aunque su interior es un torbellino de dolor. Desde aquel día en que Genoveva descubrió el velo lunar en él, nada ha sido igual. El hechizo lo mantuvo ciego, prisionero en una ilusión por unos días. Ella tuvo que realizar varios rituales para arrancar esa