Capítulo 69. El comienzo de una guerra
Nala despierta con un agudo latido en la cabeza. Al intentar moverse, una punzada le recorre el cráneo y le arranca un gemido. Se lleva la mano a la nariz, la toca y nota el calor húmedo y pegajoso de la sangre. Mira sus dedos, empapados de rojo. ¿Qué demonios es este sitio? ¿Por qué esa mujer se atrevió a golpearla de esta manera?
Sus ojos exploran el lugar. Está tendida sobre un suelo de concreto frío, rodeada de sombras. Un galpón. Huele a humedad, a madera vieja y a óxido. Parpadea varias veces para enfocar bien. Apenas hay luz, apenas un resplandor que se cuela por una rendija en la parte alta de la pared.
Intenta incorporarse, pero el mundo gira con violencia. La cabeza le martilla como si algo dentro de ella quisiera abrirse paso. No puede levantarse. Al menos no todavía.
Entonces, escucha pasos. Voces. Se acercan. La puerta principal se abre. Su instinto la obliga a moverse aunque sea a rastras. Con esfuerzo, rueda hacia un lado, buscando cobertura detrás de unos barriles vací