Capítulo 35. No soy tuya

Sus labios casi se tocan y Aria contiene el aliento. El calor del aliento de Kael roza su boca, y por un segundo, el mundo se reduce a eso: su cercanía, la intensidad de su mirada, el latido furioso de su propio corazón. Pero entonces duda. Una sombra cruza por su rostro y retrocede apenas unos centímetros, lo suficiente para romper el momento, probablemente contemplando si es lo correcto luego de todo lo que sucedió entre ellos.

El alfa Kael no oculta su frustración ante ese acto. Su mirada se oscurece al instante, sus pupilas se dilatan y brillan con una mezcla de rabia contenida y deseo insatisfecho. Aprieta los puños a los costados, tan fuerte que los nudillos se le tornan blancos. Su pecho sube y baja con violencia, como si estuviera conteniendo una explosión. Lo está. A Ryder no le gusta que su compañera lo rechace.

—Ya puedes irte —murmura Aria, sin mirarlo a los ojos—. Mis heridas no son tan graves. Puedo encargarme yo sola a partir de ahora. Tu prometida te está esperando.

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