Capítulo 106. Iremos por ella
Lyla mira a Ryder con esos ojos de luna, y en su mirada hay reconocimiento, amor y destino. Su lobo emite un rugido que retumba en el bosque, y Ryder responde con otro, profundo, que se funde con el suyo.
Los demás los observan, maravillados, comprendiendo que están presenciando algo más grande que ellos. Todo indica que por fin, están completos. La manada de los monstruos, como suelen decir los niños, ya tiene a su luna.
Luego de largo aullido de reconocimiento, el silencio de la montaña es interrumpida por el crujido de las hojas bajo las patas de ambos. Lyla corre ligera entre los árboles, su pelaje plateado brilla con el reflejo de la luna llena. Ryder la sigue de cerca, sus movimientos firmes, seguros, guiados por un instinto que no necesita palabras.
El bosque entero parece abrirse ante ellos, como si la naturaleza reconociera lo que está a punto de ocurrir. Corren sin detenerse, sin mirar atrás, hasta que el sonido del agua los envuelve. Frente a ellos, un riachuelo estrecho