Capítulo 11.

—No puedo creer que el gigantón de tu hermano tenga novia...—ella soltó una débil sonrisa, casi ni se percibió—. Me es imposible verle con novia A Jimmie, jamás...

—¡Lo mismo digo! Jamás lo visualicé asó —Chad soltó una carcajada y analizó a la rubia con la mirada—Oye, ¿Qué pasó con tu cabello? Está hecho un estropajo —Adalia tragó saliva ligeramente nerviosa recordando como Derek la había agredido hace ni una hora, había quedado tan enajenada en sus propias cavilaciones que ni siquiera había tomado el tiempo de arreglarse—Anda, te peinaré.

Chad se ubicó de pie y una sonrisa se propagó por el rostro de la rubia, una pequeña sonrisa. Él lograba hacer que aquellos recuerdos se dilapidaran con solo hablar.

—¿Cómo hacías cuando éramos niños? —un baúl de recuerdos empezó a correr por su mente.

—Justamente así —afirmó Chad rebuscando un cepillo entre los cajones de Adal

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