Harper estaba temblando en el suelo, con el corazón latiéndole como un tambor frenético. Su mente luchaba por procesar lo que acababa de presenciar, la misma fuerza violenta que ella temía en él, era la que acababa de salvarla de un destino peor.

O, ¿Tal vez no?

— ¿Creíste que podías huir de mí? —  Su voz era un susurro roto y agitado, lleno de ira y despecho, y más íntimo que el rugido de hacía un momento.

Harper se levantó del suelo con dificultad, sus piernas parecían estar hechas de gelatina. Su cuerpo se sacudió al ver la violencia que él había desatado, el contraste entre el hombre que le curaba las manos, el padre amoroso, el empresario agradecido por la vida de su hijo, y la bestia que rompía huesos era único.

— No soy tu propiedad — ella jadeó, retrocediendo a pesar de sabe