Si Egan tenía miedo de llevar a Katya al club donde sus socios, su tío y él se reunían en el Nido, llevarla a la reunión era una completa incoherencia. Sin embargo, ambos ya estaban allí y no había marcha atrás.
Al llegar al lugar donde sería la fiesta, Katya se sorprendió al encontrar un edificio, cuyo primer piso era un club nocturno lleno de luces neón y autos muy caros estacionados afuera. Habían muchos hombres en trajes, formales y otro un poco más informal, pero todos cumplían con las normas de etiquetas. Había también mujeres, en vestidos de cóctel que las hacían lucir esbeltas y perfectas.
Katya no sentía inseguridad usualmente, pero debía admitir que si ella se ponía de pie junto a alguna de esas mujeres, ella se vería pequeña y débil. Sin embargo, no le prestó demasiada atención a ello.
– ¿En qué piensas, Katya? –Egan preguntó, tomando la mano de ella y dejándole un beso en ella.
Katya giró su rostro hacia él y suspiró.
– No sé mucho del tema, en realidad, pero estoy segura