Capítulo Trece; Nada más.

Su mano sobre la mía, no hay palabra para describir lo que estoy sintiendo y si la hay, aún no la descubro.

Estoy en un lugar rodeada de una variedad de personas tan diferentes a lo que estoy acostumbrada que parece irreal y el que Damián camine a mi lado tomado de mi mano lo hace ver todavía cosa imposible, un sueño del que no quiero despertar.

No mentía cuando dijo que había carreras y competencias de todo tipo, y aunque las carreras de conejos no fueron tan interesantes como las de las tortugas, fue divertido.

—¿Vienes muy seguido? –le pregunto y él ríe.

—Acabo de llegar a la ciudad después de algunos años, tenía tiempo sin venir pero cuando estuve aquí por trabajo, aproveché. Todos ellos o la mayoría los conocí en casa, algunos, por no decir todos vienen desde allá. Por eso el ambiente es así, tan diferente al de esta ciudad.

—Me gusta como se ve todo y como se siente el ambiente, aquí las reuniones suelen ser aburridas con cenas metodicas y ya. Esto es tan diferente.

—¿Te
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