- ¿Max? - Grité. - ¿Qué haces aquí?
- ¿Nos... ¿Nos has seguido? - Lucca arrugó el ceño, perplejo.
- Alteza, valoro vuestra seguridad. Nunca os dejaría salir sola con el príncipe desconocido.
- Él... No es un desconocido -argumenté-.
- Lo conocemos desde hace menos de veinticuatro horas -me recordó-.
- Es un príncipe. Viene de una familia real, pública... Nunca me haría daño -argumenté-.
- Podría matarla y arrojar su cuerpo al mar, Alteza. Nunca la encontraríamos. Y ni siquiera sabríamos a quién culpar.
- Aquí hay cámaras en todo tipo de sitios, Max. - La voz de Lucca cambió. - ¿De qué intentas acusarme exactamente?
- No os estoy acusando, Alteza. Pero el Rey de Alpemburg me ha pedido que desempeñe mi papel para garantizar la seg