Capítulo 2
Aunque ahora solo fuera un espíritu, cuando miré la puerta de aquella bodega, todavía podía sentir esa presión horrible en el pecho que no me dejaba ni respirar. Como si en cualquier instante, la oscuridad y esa sensación de ahogo pudieran regresar a tragarme viva.

Retrocedí desesperada, alejándome de ahí tanto como pude. Al instante, ya estaba en el comedor.

Papá y Miles estaban sentados a los lados de Darly, hablándole en voz baja para consolarla.

—Darly, mírate, estás más delgada —intentó calmarla papá, mientras la abrazaba con cuidado—. Tienes que comer más para estar fuerte. Lo de la vez pasada te pegó duro, ¿no? Papá sabe que sufriste mucho. —Suspiró—. Pasaste por tanto… y esa maldita de Chiara ni siquiera ha pagado lo suficiente. Fue muy poco para todo lo que hizo… Pero tranquila, esta vez sí que recibirá el castigo que merece.

Miles, por su parte, también intentaba hacerla sentir mejor:

—Darly, tú eres mi única hermana...

Yo, que ya estaba detrás de ellos, escuchando cómo papá me llamaba «maldita» una y otra vez, y cómo mi hermano decía que ella era la «única»...

Quería llorar, pero ni siquiera podía derramar lágrimas.

Éramos de la misma sangre. Pero para ellos… ya no era parte de la familia. Yo había estado encerrada allí, sin ver la luz, muriéndome, y para papá eso no se comparaba ni de lejos con lo que Darly había tenido que soportar durante solo diez minutos.

Ahí adentro, tirada como si fuera basura, amarrada de pies y manos, me tocó soportar el pavor que le tenía a los espacios oscuros y cerrados.

Quería salir, pero no podía moverme.

Desesperada, al borde de la locura, me moví con todas las fuerzas que tenía, hasta que romperme los dedos intentando soltar las cuerdas.

Golpeé la puerta con todo… Lloré, pedí perdón, rogué, supliqué de todas las formas que pude, solo quería una mínima oportunidad de salir con vida.

Pero no pasó nada.

—¿Ya te dio miedo? —preguntó papá, con corazón de hielo—. ¿Tanto poco tiempo y ya no aguantas? ¿Acaso pensaste en lo que sintió Darly cuando la metiste ahí? Ella es más pequeña que tú. Quédate quita y siente el mismo miedo que ella sintió. Solo así aprenderás a no molestarla. No tienes ni lo mismo que debe tener una hermana mayor.

Rasgué la puerta con las uñas, buscando, aunque fuera, un poquito de aire o de luz. Y, a pesar de que mis dedos sangraban, no logré abrir nada. Por lo que, al final, solo dejé que la oscuridad me tragara.

En ese momento de locura, me pareció escuchar la voz de Darly, al otro lado de la puerta:

—Chiara, ¿ahí dentro hace calor? Déjame ayudarte con eso.

Un rato después, sentí que alguien había ajustado el aire para que lanzara calor.

Era pleno verano, y el cuarto pequeño ya de por sí era sofocante, por lo que, rápidamente, se convirtió en un horno.

A tientas, empecé a buscar algo de agua, algo que me ayudara a soportarlo. Y fue entonces cuando descubrí que la comida y el balde de agua que había antes lo habían cambiado por basura que no podía ni tocar.

Todo eso… lo había hecho Darly.

Me desplomé en el suelo, hecha pedazos. Hasta que el dolor se difuminó y mi mente se apagó por completo.
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