Mundo ficciónIniciar sesiónBenjamín sujetó a Fred por los hombros y miró el rostro del joven, que estaba cubierto de lágrimas. Con calma, sentó a Fred en uno de los sillones de la oficina y llamó a la secretaria para que lo atendiera.
Ella le trajo una jarra de agua, pero Fred se negó a tomar nada. Benjamín pensó que pronto se deshidrataría porque las lágrimas no dejaban de correr por su rostro cansado.
—Lamento mucho tu pérdida —se sentó frente a él, y le faltaron palabras para intentar consolar al joven—. Intentamos salvarla; sigue con tu vida sabiendo que diste lo mejor de ti.
Fred levantó la mirada hacia él e imaginó cuánto le debía a ese hombre. Benjamín no solo lo sacó de la cárcel, sino que también pagó todos los gastos médicos que su madre necesitaba para tener una oportunidad de sobrevivir.







