Enrico parecía petrificado. Su rostro no expresaba ninguna reacción, lo que al principio preocupó bastante a Benjamín. No debería sentirse así, ya que despreciaba a Antonella y no la consideraba más su hija. Sin embargo, Enrico fue perdiendo fuerza en las piernas y solo no cayó porque el propio Benjamín lo sostuvo.
—No teníamos que tener esta conversación ahora —Alessia estaba histérica y no mostraba ninguna preocupación por el estado de su padre—. Yo iba a contárselo, pero tú no confiaste en mí.
—Tenemos mucho de qué hablar —Benjamín la miró con desprecio. Era increíble que no se preocupara por el estado de Enrico—, pero ahora necesito atender a tu padre.
Carlota fue llamada de urgencia por la empleada y sugirió llamar a un médico, pero Enrico pronto comenzó a recuperarse y su rostro adquirió un tono de color que eliminó toda la palidez.
Su mirada recayó sobre Alessia. Ella se encogió, sabiendo cuánto estaba él enfurecido. Lo último que Alessia quería era dejar a Enrico decepcionado