37. ¿Tú… me quieres?
Cuando despertó, lo primero que hizo fue darle un beso en la comisura de sus labios y pedirle que siguiera durmiendo un poco más, que lo necesitaba. Ella asintió adormilada y se desperezó antes de las diez de la mañana.
Con ánimos renovados, la joven saltó fuera de la cama y se colocó una de las tres camisas que encontró en el armario. Siguió ese delicioso aroma que provenía de la cocina y descubrió un vaso en la barra con una pequeña notita.
«Tómalo todo, te quiero sana y fuerte»
Sonriendo atontada, se llevó el papel a la naricita e inhaló esa agradable fragancia que él siempre desprendía.
Tomó el vaso, bebió un poco de esa bebida sabor a frutillas y caminó hasta la puerta.
Emilio se secó el sudor de la frente con el reverso de la mano y pasó saliva cuando esa mujercita apareció en su campo de visión, observándolo embobada y sin un atisbo de disimulo.
Tenía el cabello hecho ondas naturales y llevaba una camisa suya puesta como pijama.
— ¿Te gusta lo que ves, brujita? — le preguntó di